VOLUNTAD Y SOBERANÍA
- Jorge Ocaña
- 21 sept 2020
- 2 Min. de lectura
Los términos voluntad y soberanía constituyen dos conceptos de filosofía política, que conforman dos realidades indisociables la una de la otra. Su utilización a lo largo de la Historia se ha fundamentado en dotar de sentido a elementos conceptuales que han sido requeridos para desarrollar cambios políticos y jurídicos que necesitaban de una justificación teórica previa que los sustentase.
El mando conjuga dos claves indispensables para ejercer el poder ejecutándolo a través de un acto; la voluntad y la capacidad o facultad. El ejercicio del poder no puede ser efectivo ni existir si alguien no quiere, no debe, o no puede (en el sentido de ser capaz de) desarrollar la acción de poder. El elemento volitivo denota intencionalidad, mientras que el facultativo implica capacidad.
La voluntad general no es la voluntad de todos. La voluntad de todos implicaría la voluntad de todos y cada uno de los sujetos que componen una comunidad humana, lo cual constituye una entelequia. La voluntad general es un concepto de filosofía política ideado por Rousseau para dar forma a su contrato social, y que nace en contraposición a la idea de la voluntad del soberano; a la voluntad del rey o del monarca. La voluntad general no se entiende como la noción democrática de la voluntad mayoritaria o de la mayoría, sino como la voluntad de un todo genérico, independientemente de las voluntades particulares que lo agreguen y lo compongan, pero a su vez aunándolas bajo un consenso de mínimos requerido de todos, por todos y para todos. La voluntad general es una voluntad hacia dentro, una voluntad interna de organización y de autodefinición propia; constituyente, que se contrapone a la voluntad nacional; la voluntad de la Nación, como interés del conjunto hacia fuera, una voluntad externa competitiva frente a otras naciones por la consecución de los objetivos propios. Y ambas difieren de la voluntad popular; la voluntad del Pueblo, entendida ésta como expresión momentánea, concreta y circunstancial de la comunidad política a través del cuerpo electoral, expresada ésta mediante el ejercicio del derecho al sufragio activo, bien sea en un plebiscito, un referéndum, o mediante la elección de un cargo público o representante para el ejercicio temporal de unas funciones en un órgano de un poder del Estado.
La Soberanía es el poder político supremo, absoluto y perpetuo, el lugar donde reside la facultad o capacidad decisoria última y efectiva. El concepto de Soberanía nacional nace en contraposición al Soberano, al poder omnímodo del monarca, y, posteriormente, a la Soberanía parlamentaria, al intento del Parlamento de arrogarse ese poder, sustraído al monarca, para sí. La Soberanía nacional, por tanto, es la Soberanía de la Nación, el sometimiento de todo poder a la voluntad nacional, a la voluntad de una comunidad humana. La Nación, debido a su esencia inmanente y su sentido universal o multitemporal, no puede ser representada. Es por ello que se crea el concepto de Soberanía popular. La Soberanía popular es la Soberanía del Pueblo. Pero el Pueblo no es más que una comunidad política temporal y efímera, la Soberanía popular supone legar tal concentración de poder en una sola generación circunstancial y momentánea. Debido a este hecho es que la Soberanía reside en la Nación, pero solo puede ser ejercida por el Pueblo.
Kommentare