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DESIGUALDAD Y DIVERSIDAD

  • Jorge Ocaña
  • 21 jul 2020
  • 2 Min. de lectura

Las palabras desigualdad y diversidad tienden a ser utilizadas como referencias que muestran un desajuste diferencial entre dos o más magnitudes de forma comparada. La diferencia primordial entre ambas reside en su connotación, atendiendo a la intencionalidad con que sean empleadas según aquello que se esté tratado de medir o equiparar, siendo usada la primera de ellas con una finalidad negativa, y la segunda de ellas cuando se requiere una positiva.


La desigualdad es definida en la RAE como; “Falta de equidad entre dos cantidades o expresiones”. Cuando se habla de desigualdad, más que hacer referencia al propio hecho de que dos magnitudes sean distintas o diferentes entre sí, es decir, que ambas no sean iguales ni equivalentes, lo que se pretende resalta al usar este término es precisamente esa diferencia que da lugar a la desproporcionalidad existente. No se trata tanto del hecho de que no sean iguales, sino de cuán dispares son, de cuantificar cuánta es la distancia que los separa, más allá del mero hecho diferenciador en sí.


La diversidad es definida por la RAE como; “Variedad, desemejanza, diferencia”. “Abundancia, gran cantidad de varias cosas distintas”. La diversidad se presenta como un cúmulo donde dos o más partes dentro de una misma unidad entrañan diferencias entre sí. En un sentido inverso a como se trata de presentar la desigualdad, la diversidad por su parte no es nociva, sino que comprende, por un lado una carga valorativa que le añade un exceso adicional de cantidad, dado que se trata de una unidad, y por otro lado una carga no tanto comparativa entre dos magnitudes como descriptiva de la existencia de elementos con uno o varios hechos diferenciadores entre ellos, formando todos parte dentro de esa misma unidad.


Mientras que la desigualdad pretende dicotomizar dos polos opuestos y diferenciados haciendo hincapié en la proporción que los separa, con el fin de enfrentarlos bajo la máxima: “lo que uno tiene es directamente proporcional a lo que al otro le falta para que ambos puedan llegar a ser idénticos entre sí”, la diversidad por su parte no se presenta como varios elementos diferenciados y enfrentados entre ellos, sino como una sola unidad donde se encuentran insertos elementos diversos con características que los diferencian, pero donde esa magnitud que los diferencia y los separa sin dejar de existir, sí que deja de ser relevante y en consecuencia no es medida, cuantificada, resaltada, y no solo no se le otorga importancia, sino que se evita que se le dé.


Ambos términos suponen la existencia de un desequilibrio en la cantidad de dos magnitudes diferentes que se comparan entre sí. Si bien es cierto que su uso tiende a acotarse y restringirse a elementos concretos a los que se asocia con una cierta tendencia inmovilista. Por ejemplo, la desigualdad con la economía, y la diversidad con la cultura. No en vano, este uso viene claramente marcado por la intencionalidad de sesgo anteriormente descrita.

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