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ECONOMÍA; UNA TEORÍA, A PRIORI, CONTRAINTUITIVA

  • Jorge Ocaña
  • 21 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 20 sept 2020

La ministra Irene Montero, en un ataque de cuñadismo, ha cargado en numerosas ocasiones contra la Economía catalogándola como algo simplista de la que no solo pueden hablar los expertos, los especialistas, los que sepan de ello, los que al menos la hayan estudiado, en definitiva; los economistas. Y, seguramente, en cualquier ciencia o área de conocimiento, no nos cabría la menor duda de que habría que optar por escuchar y hacer caso a quien maneja esa materia, en vez de seguir las ocurrencias del iletrado de turno.


A nadie se le ocurriría acudir a un juicio habiendo contratado para representarle a un arquitecto, ni prestarse a una operación quirúrgica poniendo su vida en manos de un abogado, ni tampoco adjudicar la elaboración de los planos para construir su propia vivienda a un cirujano. Pero, en cambio, para la ministra la Economía es una materia que puede ser tratada sin necesidad de tener el más mínimo grado de competencia ni de conocimiento sobre ella.


Si ya es desaconsejable dejar en manos de inexpertos cualquier tipo de tarea, más aún si cabe lo es una teoría como la Economía, que podría clasificarse como apriorísticamente contraintuitiva. Y lo es, porque precisamente muchas de las soluciones intuitivamente sencillas a los problemas que se presentan, suelen conllevar posteriormente reacciones no previstas, que solo la experiencia de su conocimiento previo nos advierte que acabarán por suceder.


- Lo público es gratis.

No, no hay nada que sea gratuito, todo se paga. Lo público se paga con impuestos. Y no lo pagan solo las empresas, los empresarios, los ricos, ni las grandes fortunas o patrimonios. Lo pagan, sobre todo, la clase media y trabajadora. No hay empresas, empresarios, ricos, ni grandes fortunas o patrimonios suficientes como para pagar la cantidad ingente de dinero que se requiere para costear todas las promesas que hacen los políticos. Las grandes fortunas y patrimonios, las empresas, pueden marcharse cuando quieran, la clase media y trabajadora no. (ver artículo)


- Dar una renta básica universal desinhibe a la gente de trabajar.

No puede generalizarse. Habrá quien opte por conformarse con ajustar sus gastos al ingreso percibido con dicha renta, habrá quien opte por simultanear la percepción de dicha renta con algún trabajo sujeto a la economía sumergida, ya sea este continuado o bien circunstancial, de igual modo que habrá quien no se conforme con ello y simultanee la percepción de dicha renta con un empleo en la economía formal.

Lo único que se puede saber seguro es que se producirá un aumento generalizado de los precios, proporcional al aumento del nivel de renta disponible, gracias a los ingresos percibidos por dicha renta básica. Lo que a efectos prácticos inutilizará ese aumento en el nivel de consumo de las personas más desfavorecidas; precisamente aquellas a quienes en teoría se pretendía beneficiar con la aprobación de dicha renta. Paradójico.


- Si no hay dinero, que se impriman más billetes.

Un aumento de la masa monetaria conlleva una pérdida de valor de la unidad monetaria, generado inflación. Hay más dinero circulando, pero ese dinero vale menos, lo que provoca que los precios de los bienes y de los servicios suban, es decir; con la misma cantidad de dinero que se tenía antes, ahora se pueden comprar menos cosas.


- Si los precios suben hay que limitarlos.

Si se regulan los precios, se dejan de producir todos aquellos bienes o servicios cuyo precio se regula, y se reenfoca la producción hacia sectores no intervenidos, y con capacidad de agregación de un mayor valor añadido. Lo cual degenera en escasez de los productos cuyos precios son dictados por su falta de producción. Nadie decide vender ni producir ya ese o esos bienes o servicios.


- Si la deuda es ilegítima, no hay que pagarla (default).

Como diría Tyrion Lannister; “De una forma u otra todas las deudas siempre se acaban pagando.” Las deudas que contraen los Gobiernos, las contraen para financiar los gastos de los Estados que dirigen. Las deudas no son indisociables del Estado benefactor de las mismas que las adquiere, por el hecho de que haya un cambio en el Ejecutivo. Las deudas siempre se pagan, directa o indirectamente, y las pagan siempre los contribuyentes. Si se paga vía devaluación de la moneda, se está pagando a costa del poder adquisitivo de todos. Si directamente se rechaza pagarla, se corta el crédito con el acreedor, imposibilitando el acceso a nuevos préstamos, y raro es el Estado que pretende impagar una deuda teniendo solvencia financiera, por lo que nos encontramos ante un escenario casi seguro de bancarrota pública o de encarecimiento del acceso a nuevo crédito con terceros, reflejado en una subida de la prima de riesgo.


- Para recaudar más dinero hay que subir impuestos.

La curva de Laffer demuestra exactamente lo contrario. Los ingresos fiscales tienden a aumentar cuando se reducen los tipos impositivos, del mismo modo que tienden a descender cuando estos aumentan. Esto se debe fundamentalmente a tres efectos ocultos que suceden al bajar impuestos; 1) se incentiva la actividad atrayendo capital y nuevas inversiones que pagarán impuestos futuros y que no se habrían dado sin la bajada de tipos, 2) hay un aumento de renta disponible, que no se ha ido en impuestos, que provoca un aumento del consumo y con ello un pago de impuestos sobre dicho consumo, y 3) emerge parte de la economía sumergida, que lo estaba para evitar el pago de impuestos.


- No pasa nada por subir un 1% el impuesto a…

Sí, sí que pasa, y da igual a quién se le suba porque lo acabará pagando siempre el consumidor final. Si el impuesto se le pone a la banca o a los banqueros; este se transfiere a los clientes, sí, a esos mismos que antes no pagaban nada por tener abiertas sus cuentas en la entidad o por realizar una transferencia y que ahora tienen que pagar por ello, a ese impuesto es donde va a parar ese dinero. Si el impuesto se le pone a las empresas o a los empresarios; este se descontará de las nóminas de los empleados, sí, a partir de ese momento se van a cobrar X euros menos al mes, los necesarios proporcionalmente para costear entre toda la plantilla que compone la empresa la subida impositiva decretada por el Gobierno, o bien se acaba pagando echando más horas extra que posteriormente no serán remuneradas. Si el impuesto se le pone a los ricos o a las grandes fortunas; se derivará el pago de este a sus clientes mediante un aumento del precio de los productos que venden o de los servicios que ofertan, sí, como por ejemplo el aumento de las rentas de alquiler de inmuebles. En definitiva, que se diga que un impuesto lo va a pagar una persona, un sector económico o entidad, no significa que realmente sea quien vaya a costearlo en última instancia. De hecho, la realidad de la experiencia nos demuestra que acaba por repercutir de forma indirecta sobre muchas otras personas contra quienes no iba dirigido.


Hay muchos más ejemplos que nos demuestran que la Economía es una teoría contraintuitiva. Muchas paradojas que nos ilustran sus efectos mariposa, imperceptibles a primera vista, dentro de este círculo vicioso al que se da inicio siempre con el aumento del gasto. Tenemos el ejemplo histórico de quienes ya probaron antes esas soluciones mágicas, fáciles y simplistas o simplonas, que algunos pretenden vender como recetas nuevas. No hay que caer en la trampa de pensar que esta vez será diferente, los resultados de aplicar las mismas políticas no serán distintos. Si no llamas al jardinero, en vez de al bombero, cuando se te está quemando la casa, tampoco menosprecies ni banalices el valor del conocimiento y la labor de un economista.

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