XII
- Jorge Ocaña
- 14 jul 2019
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El Senado estaría formado por un máximo de 100 miembros elegidos cada seis años por provincia por mayoría absoluta de sufragios válidos emitidos a dos vueltas, si en la primera no se lograse dicha mayoría.
Las elecciones serían cada dos años, a la vez que las elecciones al Congreso, aunque solo se renovaría un tercio de la Cámara cada dos años, y habría un total de 100 senadores. Los candidatos se presentarían, bien por un partido o bien de forma independiente, en una circunscripción, que es la provincia, donde en cada una de ellas podrían concurrir tantos candidatos como quisiesen mientras que no se estuviesen presentando a la vez en otra circunscripción diferente. Si tras el recuento electoral ninguno de los candidatos presentados sacase la mitad más uno de los votos válidos emitidos habría que concurrir a una segunda vuelta la semana siguiente en los términos que marcase la ley electoral. Pudiendo concurrir los dos candidatos más votados en la primera vuelta, o bien aquellos que hubiesen superado en la primera vuelta un umbral de votos determinado.
Habría un senador por cada provincia, y otro más para cada provincia por cada millón de electores. Cuando se alcanzase la cifra de 100 senadores, el número de escaños correspondientes a la asignación por población serían prorrateados proporcionalmente entre aquellas provincias que tuviesen mayor número de electores.
La renovación de la Cámara se realizaría cada dos años por tercios a partes iguales. Competería a las provincias a las cuales les correspondiese más de un escaño, delimitar las circunscripciones electorales para cada uno de ellos atendiendo a una división homogénea de las mismas según el número proporcional de electores que debiesen albergar.
Un senador por cada provincia forma un total de 50 senadores fijos, el resto de senadores hasta llegar a los 100 se alcanzarían otorgado un senador adicional a aquellas provincias que superasen el millón de electores entre su población. Cuando se superase esa cifra de 100 senadores, los 50 senadores restantes se otorgarían mediante prorrateo a aquellas provincias con más electores. Las provincias donde se presentase más de un senador serían aquellas encargadas de delimitar sus propias circunscripciones dentro de su territorio para dar cabida a tantos distritos como senadores tuvieran asignados, haciéndolo de forma homogénea según el número de población a distribuir. Habría elecciones cada dos años donde se renovaría solo un tercio de la Cámara, de esta manera se contrarresta al Congreso como una Cámara caliente donde la renovación de todos sus miembros es simultánea, con el Senado como una Cámara fría cuya renovación es paulatina y gradual otorgándole un temperamento diferente que forma un equilibrio entre ambas dentro del proceso legislativo y parlamentario.
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