CAMINO A LA LIBERTAD
- Jorge Ocaña
- 21 feb 2018
- 4 Min. de lectura
“El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por la avaricia de los egoístas y la tiranía de los hombres malos.” Ezequiel, 25-17
El camino a la Libertad no es un sendero rápido, sencillo, ni seductor, ni siquiera es uno que tenga fin. A pesar de ello, recorrerlo supone un gran viaje a lo largo del cual te ves reflejado en pequeñas pautas y gestos que observas en los demás, y en los que eres capaz de reconocerte cuando los ves. Estos son solo algunos de los muchos pasos que componen ese increíble camino.
El primer paso hacia la Libertad parte del respeto por la propiedad, que no es otra cosa que simplemente rehusar de la idea de pretender obtener mediante medios coactivos (por la fuerza o el engaño) nada que no te pertenezca. Esto incluye todo aquello que no hayas tenido la capacidad de generar o de adquirir a quien lo generó. Este aspecto involucra, no solo las posesiones materiales, sino que en un sentido amplio abarca también el respecto por todo aquello que te sea ajeno. Para poder dar este primer paso es indispensable que el sujeto carezca de sentimientos de envidia, fundamentalmente, pero también de egoísmo, que no debe ser confundido con la ambición. Quien es capaz de justificar la sustracción de un bien ajeno, en cualquiera de sus formas por cualquier tipo de motivación, cae de lleno en esta mediocridad. Aunque lo realmente peligroso son quienes inducen a los demás a caer en ella, fomentando en su interior ese (re)sentimiento inicialmente de envidia y egoísmo, que acaba desembocando en rabia, ira y odio hacia otros a medida que avanza.
El segundo paso hacia la Libertad se sustenta sobre la creatividad, que da lugar a la creación de valor. Esto es, la capacidad de ver las cosas que están ahí delante, pero que otros no ven o no han podido ver aún, y hacerlo antes que los demás. La capacidad de crear a partir de la “nada”, de generar riqueza de donde inicialmente no la hay o, mejor dicho, de donde nadie antes había sido capaz de ver que pudiera haberla. Esta capacidad otorga una perspectiva fundamental para comprender en qué consiste el proceso económico, lo que significa la creación de valor como motor indispensable que impulsa este proceso, y lo que ello conlleva; que las situaciones no son estáticas, que mutan continuamente, y que de ese proceso de cambio constante surge la oportunidad de captar esas necesidades en permanente cambio y adaptarse para poder satisfacerlas, que no es otra cosa que ser capaz de dar a los sujetos aquello que quieren, antes incluso de que ellos mismos perciban que lo desean.
El tercer paso hacia la Libertad consiste en tener una capacidad infinita para dudar. La crítica constante. No dar nunca nada por hecho ni por sentado, para evitar caer en dogmas del objetivismo. Vivir en el subjetivismo, sin perderte en él. En definitiva, no creer nunca que ya lo sepas todo. Cada vez que se crea estar seguro de algo, de tener certezas absolutas, volver a darle la vuelta y volver a planteárselo una y otra vez. Ser consciente y aceptar que nunca se va a alcanzar algo así como; la verdad. Solo se puede vivir en un análisis constante de una realidad incierta que es eternamente mutable y que está en constante cambio y desarrollo. Esta ausencia de inmovilidad, que genera incertidumbre, es precisamente la misma que posibilita la existencia de una incesante oportunidad para generar valor constantemente para los demás a partir de la creatividad como motor del proceso económico, descrito en el paso precedente.
El cuarto paso hacia la Libertad es una fuerte capacidad de autocrítica que permita mantener alejada la victimización, que lleva a una continua y constante búsqueda interminable de culpables externos a los que responsabilizar de las situaciones propias que te desagraden, en lugar de trata de analizarlas fríamente para localizar el problema y enfrentarlo poniéndole una solución. Negarse a enfrentar la realidad rehuyendo la responsabilidad propia y buscando siempre culpables externos es precisamente el inicio de generación de resentimiento a través de la envidia y el egoísmo, descrito en el primer paso. La aceptación y asunción de la responsabilidad que conllevan las consecuencias de los actos propios es la condición esencial para poder llevar a cabo este paso. Ser libre no es solo tener la capacidad de elegir por uno mismo, sino también, asumir las consecuencias derivadas de las decisiones adoptadas, es decir, ser consecuente.
El quinto paso hacia la Libertad es evitar la soberbia de criticar en los demás aquello que no se sea capaz de igualar o superar, y la humildad de no alardear de ello una vez se haya logrado.
Esta conexión hace que todos y cada uno de estos pasos no formen una línea recta uno detrás de otro, tal y como se imagina un sendero, sino que avanzan de forma paralela permitiendo retroalimentarse los unos a los otros. Y es que, el camino hacia la Libertad no tiene formas mentales ni dimensiones preestablecidas, sino que cada cual entiende el suyo atendiendo a su bagaje, sus experiencias, conocimientos, circunstancias y la forma en que todo ello se es capaz de relacionarlo. La única pauta común existente es no tener miedo a atreverse a dar ese primer paso que dé inicio al viaje.
“El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti.” Yoda
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