LA QUINTA OLA
- Jorge Ocaña
- 21 feb 2016
- 5 Min. de lectura
La quinta ola es una película que, tras la sencillez de su trama, encierra la esencia del proceso de construcción de una ideología. Analizaré de forma sucinta los elementos y pasos fundamentales de ese proceso, asociándolo con apariciones concretas a lo largo de la película para ilustrarlo.
La construcción del Nosotros requiere de dos elementos fundamentales, uno externo y otro interno, para estructurar el relato de la ideología. En primer lugar, de cara al exterior debe generar un antagonista (agonista). En segundo lugar, en el interior tiene que captar y aglutinar las pasiones para desarrollar un proceso de transformación de los sentimientos dotándoles de un nombre y una proyección.
En el primer paso, la narrativa se edifica sobre una pulsión constante entre el Nosotros y el Ellos, que se fundamenta en la otredad y el elemento diferenciador que de ésta se genera, con una dialéctica que distancia a unas personas de otras según se encuentran catalogadas dentro de distintos subgrupos ideológicos. La dicotomía del Nosotros y el Ellos está fuertemente influida por el concepto de amigo-enemigo de carácter schmittiano, que posibilita una dualidad en términos antagónicos de: bueno/malo, correcto/incorrecto, arriba/abajo, izquierda/derecha, etc. Ese elemento diferenciador es el que permite crear esa idea del Nosotros, que sería imposible de no existir la idea del Ellos. “Todo antagonismo u oposición religiosa, moral, económica, étnica o de cualquier otra naturaleza se transforma en oposición política en cuanto gana la fuerza suficiente como para agrupar de un modo efectivo a los hombres en amigos y enemigos.” (Schmitt, 2014: 68).
Toda la película gira en torno a la aparición de los Otros. El elemento de la otredad constituye un símil para identificar dos bandos diferenciados y enfrentados. La figura del Otro, del Ellos, representa lo desconocido, lo que no es como Nosotros. Ese primer paso es fundamental para comenzar a generar un sentimiento de miedo, desconfianza y rechazo, que alimenta la brecha que separa cada vez más al Ellos del Nosotros. Este es un factor primordial utilizado en los thrillers y en las películas de terror para provocar suspense, pero es también usado en otras con una acepción similar a la empleada en ésta: La cosa (1982; 2011), Están vivos (1988), El experimento (2001), El bosque (2004), La niebla (2007), El incidente (2008), La ola (2008).
El segundo paso lo constituye la transformación de los sentimientos que emergen, en las pasiones que se provoca que afloren. Las primeras emociones que brotan son el miedo, la desconfianza y el rechazo. Éstos han surgido por la incertidumbre generada con la aparición de la figura de los Otros. Si ese dolor se recoge, se le dota de un nombre y se le canaliza focalizándolo hacia los Otros, articulando a todos los que lo padecen dentro del Nosotros, la desesperanza se transforma en rabia, ira y odio organizados, listo para desencadenar el enfrentamiento entre los unos y los otros. Este proceso queda sintéticamente resumido en la famosa frase del maestro Yoda en el Episodio I de la saga Star Wars, La amenaza fantasma: “El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti.” Esta transformación constituye un largo proceso, que en la película queda ejemplificado cuando la sargento Reznik muestra a Ben Parish las gafas para ver a los Otros, forzándole a eliminar a uno de “ellos”, y a lo largo de todo el desarrollo del entrenamiento al que se somete a los jóvenes, en palabras del coronel Vosch: “que lo que perdisteis sea vuestro estímulo, que el peso de vuestros muertos os infunda valor”, así como la promesa de acabar con el conflicto mediante la aniquilación de los Otros.
En la construcción discursiva, desde el primer momento aparece un uso del plural mayestático como factor lingüístico para generar conciencia del Nosotros. Esto aparece a lo largo de toda la película, pero con especial énfasis en el discurso del coronel Vosch, con referencias tales como: este es nuestro mundo, nuestro hogar, sois nuestro futuro, nuestra esperanza.
Los Otros son representados con forma humana por dos razones, una dentro de la lógica de la construcción ideológica, y otra dentro de la lógica de su deconstrucción.
En primer lugar, dentro de la construcción ideológica. Tener forma humana es precisamente lo que les hace peligrosos, se asemejan al Nosotros, su apariencia es como la nuestra y por eso es complicado saber diferenciar el Nosotros del Ellos. Debido a esa dificultad, quien construye la ideología es quien tiene la potestad de dotar al resto de unas “gafas” a través de las cuales se nos capacita para identificarlos. De hecho, la figura de las gafas aparece literalmente, siendo un símil no por semejanza sino por identificación pura. Las gafas representan la construcción narrativa de una interpretación de la realidad gracias a la cual se puede sostener la ficción entre el Nosotros y el Ellos, y dotar de pragmatismo ante la duda, la crítica o el cuestionamiento que puedan aparecer dentro de las filas del Nosotros. “Tener el poder significa, sobre todo, tener la posibilidad de definir si un hombre es bueno o malo.” (Schmitt, 2010: 40).
En segundo lugar, dentro de la deconstrucción de la ideología. Los Otros se parecen físicamente al Nosotros, precisamente porque en realidad simple y llanamente somos los mismos. No existen los Otros como alguien que es diferente, sino como alguien que nos han dicho que es diferente, y como tal lo vemos gracias a las gafas preparadas que nos han dado para identificarlo así. Este hecho se ve claramente en el enfrentamiento final entre el grupo de jóvenes y los supuestos Otros, cuando se percatan de que realmente están luchando contra humanos.
Las ideologías tienen en común la imposibilidad de ser desarticuladas desde el exterior. Se impermeabilizan frente a la crítica basándose fundamentalmente en el concepto de alienación. De ahí la importancia que éstas otorgan a la conciencia, como elemento que capacita a un sujeto para reconocer su pertenencia a un determinado grupo o sector que lo vincula con esa ideología. No hay por tanto salida a ese pensamiento que se instrumenta sobre una lógica circular en la que no se decide participar, sino que ello viene dado por la pertenencia a una condición social, personal o profesional determinada, generalmente irreversible (polilogismo).
En el conflicto político como en el bélico se produce el enfrentamiento de unos contra otros, de los muchos entre sí, que en realidad siempre acaba por beneficiar a unos pocos, quienes viven de que la pugna se perpetúe para sacar partido. Las pasiones humanas más bajas; el egoísmo, la envidia y la codicia, principalmente, se utilizan como instrumento para hostigar a unos contra otros.
La receta para prevenir el conflicto está en cuestionarse cada día cuanto se da por hecho, aprender a dudar cuando todo parece evidente, y hacer una profunda crítica que comience por uno mismo. El miedo alimenta la desconfianza que da inicio al conflicto. No se puede deconstruir una ideología insuflando miedo hacia la misma, del mismo modo que no se puede combatir el fuego con fuego. Es con humildad como se combate la infalibilidad, con amor el odio, con ilusión la incertidumbre, y con esperanza el pensamiento único. En palabras de Cassie, la protagonista: “Los Otros ven nuestra esperanza como una debilidad, como una falsa ilusión. Pero se equivocan. Es nuestra esperanza lo que nos permite sobrevivir, lo que nos permite doblarnos sin rompernos, nuestra esperanza es lo que nos permitirá ganar algún día, nuestra esperanza es lo que nos hace humanos (libres).”
- Referencias bibliográficas:
SCHMITT, C., (2010), [1947], Diálogo sobre el poder y el acceso al poderoso, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
SCHMITT, C., (2013) [1963], Teoría del partisano: acotación al concepto de lo político, Trotta, Madrid.
SCHMITT, C., (2014) [1927], El concepto de lo político, Alianza, Madrid.
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