PATRIMONIO Y RENTA
- Jorge Ocaña
- 14 oct 2016
- 2 Min. de lectura
Las palabras patrimonio y renta o salario se han empleado con frecuencia en asociación al capital del que dispone una persona, siendo utilizadas indistintamente como referencia a la riqueza que posee un sujeto.
El sueldo o salario puede ser definido como el montante económico (mensual) que percibe un asalariado por la realización de una labor concreta en un momento determinado, fijado previamente en un contrato aceptado por ambas partes; empleador y empleado. El salario suele constituir una porción importante de la renta de un sujeto, en ocasiones la mayor o única parte de la renta de éste.
La renta está conformada por los beneficios líquidos que un individuo obtiene regularmente, generalmente de forma mensual. La renta incluye no solo el sueldo o salario, sino todo tipo de ingresos que un sujeto perciba por el desarrollo de diferentes actividades económicas a lo largo de un plazo de tiempo; arrendamientos, dividendos, etc.
El patrimonio o hacienda lo compone el conjunto de bienes y derechos, cargas y obligaciones, pertenecientes a una persona física o jurídica. El patrimonio constituye el capital de un individuo o empresa. Esa riqueza, no solo está conformada por su capacidad de liquidez presente para poder afrontar pagos a corto plazo, sino además por la expectativa de valor futuro que tienen sus activos, que depende de los servicios que presta y la proyección de que la demanda de éstos vaya en aumento o disminuya.
De este modo, fijar la fortuna de una persona basándose en el aumento o disminución de su patrimonio y no de su renta fija, es como vender hoy la previsible cantidad de leche que una vaca podrá dar a lo largo de toda su vida. No se trata solo de que esa cantidad de leche no haya sido aún extraída, sino que además cabe la posibilidad de que nunca siquiera llegue a ser producida.
Por otra parte, en el caso de empresas fundamentalmente, ese valor que se genera diariamente no puede ser cuantificado de antemano más allá de predicciones, estimaciones o aproximaciones que no podrán ser sostenibles en el largo plazo, y por tanto es imposible traducirlo en cifras concretas que a nivel real no serían más que humo a la hora de tratar de extraerlo para transformarlo en liquidez.
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