LA ESCALOFRIANTE IDEA QUE SUBYACE TRAS LAS PALABRAS DE KRUGMAN
- Jorge Ocaña
- 21 ene 2016
- 3 Min. de lectura

En 2011 el premio Nobel de economía de 2008 Paul Krugman dio una serie de recetas y medidas que Estados Unidos debiera tomar con el fin de atajar la crisis económica mundial. El fundamento de su análisis se basaba en actuar del mismo modo que si se descubriese una posible futura invasión alienígena, con la suposición de gasto público que se desarrollaría si esa amenaza fuese real.
Más allá de lo extravagantes que puedan resultar a primera vista la forma en que se han planteado estas afirmaciones, tras esa idea existe un fondo que debiera horrorizarnos. Krugman hizo una comparación con los buenos resultados en producción de la industria alemana y norteamericana y su respectiva reactivación económica previos a la entrada de Estados Unidos en el conflicto, pero olvida que en aquella ocasión finalmente sí se alcanzo la etapa bélica. No valdría solo con producir y que sean las próximas generaciones a quienes se deje a deber esa cuenta pendiente.
En primer lugar, siguiendo el argumento de Krugman la necesidad de intervención para aumentar el consumo y estimular la demanda agregada, cada vez que se produjese una crisis económica sería “beneficiosa” la aparición de un conflicto bélico para reactivar la economía incrementando el gasto, en lugar de eliminar aquellos que sean superfluos o hayan demostrado ser ineficientes, para sanear la economía. Mientras que el mercado realiza sus propios ajustes, el sector público no solo no debe reducir el gasto sino que debe intensificarlo. Es decir, paliar los efectos o síntomas pero no atacar las causas profundas y primarias que los dieron lugar.
En segundo lugar, la idea de una invasión alienígena no es más que un escenario eufemístico mucho menos dramático que la petición expresa de la Tercera Guerra Mundial, que sería políticamente incorrecto por su parte. En cualquier caso, su plan de gasto requiere de un conflicto a gran escala, plasmar uno entre terrícolas (norteamericanos concretamente) y extraterrestres es una forma amable y humana de no sugerir de forma directa uno con otras naciones.
En tercer lugar, en ese escenario bélico, independientemente de quién fuese el enemigo, se plantea una situación que ya se dio en la Segunda Guerra Mundial y que no deja de ser inhumana. Por un lado se enviaría al frente a la inmensa mayoría de población menos cualificada, mientras que a buena parte del resto se les mantendría ocupados en la producción armamentística y la industria bélica o en la creación de infraestructuras. Todo ese esfuerzo estaría sustentado por un endeudamiento constante, que no solo no generaría riqueza ni prosperidad, sino que lastraría a las posteriores generaciones con el pago de la deuda creada para sostener esa burbuja.
Los resultados serían los mismos que ya se dieron entonces tras la Segunda Guerra Mundial. Una drástica reducción de la población menos cualificada profesionalmente, y una deuda de enormes dimensiones consecuencia de sostener empleo y una producción que no ha generado riqueza, sino hambre, pobreza y destrucción. Con el agravante de que no se puede forzar a los alienígenas, como se hizo con los alemanes, a afrontar el pago de parte de la deuda por los daños de guerra.
En definitiva se trata de una propuesta keynesiana pura y dura. Aumentar la producción basada en gasto público sostenido a base de deuda, lo que generaría empleos en tanto en cuanto se prolongue el conflicto armado y la etapa de reconstrucción, todo ello para generar un proceso de circulación monetaria con políticas dirigidas primero a la producción de la industria militar, fundamentalmente, y posteriormente a infraestructuras. El dinero se mueve, se crean empleos, pero no se genera riqueza ex-novo.
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